viernes, 29 de octubre de 2010

Fósforito de madera


 Se actualiza el universo, pronto la entrada a un nuevo mundo será revelada por un movimiento tan práctico como el clic en ese inquieto ratón que se encuentra bajo tu mano y mando.

 Se amalgaman los sentidos, y en un segundo el más frío post de algún díscolo se entrevera en tu retina, y causa la mágica siembra de rutina que genera la rutina.
 A este ritual porteño, se le suman los idiotas de siempre, que juegan con tus miedos y temores, y pavonean de ser los mas aptos para encarnar a la murguita. Esos ineptos son los que hay que evitar… si te digo donde se encuentran quizá logren salir airosos.

 Mira si será frágil su lealtad, que esconden mapas y se dedican a entorpecer el boulevard de los sueños.
 Hasta han llegado a reunirse para la creación de un futuro (e improbable) libro de sagradas escrituras, donde se podrían encontrar, estímulos pertinentes para cada caso, disfraces económicos (solo para aquellos que recién se inician en esto de cagarle la vida a alguien), disfraces avanzados, algún que otro consejo a la hora de armarse su propia careta (se dice que las mas prácticas son las que se arman con unos palitos de bambú),pero su salida al mercado de las pulgas es pura conjetura, los austeros siniestros no se ponen de acuerdo en el orden de los capítulos (quizá no importe el orden puesto que no altera el producto verdad?).

 Cosechan de vez en cuando, sin importar época ni estado de ánimo. Se mantienen alerta de posibles temporales, que no son más que las ganas mismas.

  No es fácil irse al mas allá. Pero tampoco es conveniente quedarse en el mas acá. Creo que al fin y al cabo el mejor remedio es crear una rutina de escaparle a la misma rutina y afirmarse en la batuta del sentimiento de que no existe el tiempo.